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martes, 12 de junio de 2012

¿POR QUÉ EL RESCATE DEL SISTEMA FINANCIERO ESPAÑOL NO GENERA CONFIANZA?




Es sabido que la restricción del crédito y la incertidumbre estrangulan el crecimiento económico y su contraparte, el empleo.  El desempleo deprime la demanda interna, lo que socava el crecimiento produciéndose un círculo vicioso.  Se encuentran muchas referencias al impacto de la restricción del crédito como causa de la crítica situación de  la economía. Sin embargo, en la situación actual parece que la incertidumbre tiene clara preponderancia a la hora de explicar por qué el rescate al sistema financiero español no ha convencido a los mercados.


Para demostrarlo propongo hacer un ejercicio de reducción al absurdo.  Si recordamos,  sólo en el último semestre  por dos ocasiones el sistema bancario español encontró financiación del BCE a un interés muy reducido (1%), con las ingentes inyecciones de liquidez de diciembre 2011 y marzo 2012 por un monto aproximado de 1.000.000 M€, del cual la mayor parte fue a parar a los sistemas financieros español e italiano.  El rescate financiero recién aprobado para el salvamento del sistema financiero español comprende un volumen máximo de 100.000 M€ a un interés entre el 3 y el 4% que, por un lado, sienta evidencia de que aquellas inyecciones de liquidez fracasaron y, por otro lado, si el principal problema del sistema financiero fuese de liquidez los bancos habrían movido voluntades para conseguir una nueva inyección del BCE a un tipo de interés  del 1% o incluso más bajo. Como no lo han hecho se cae por su propio peso que el problema de los bancos sea eminentemente de liquidez, ergo el problema es básicamente de confianza.


La fórmula escogida para el rescate bancario supone una restructuración de facto de la deuda soberana del Estado español pues el préstamo que concede la troica constituida por el FMI, BCE y UE al Estado supone que en caso de quita se privilegia esta deuda sobre otras previamente contraídas (por la naturaleza del Mecanismo Europeo de Estabilidad, Mede).  Esta circunstancia explica a corto plazo el repunte de la prima de riesgo de España y que en las próximas fechas se pudieran ver movimientos en torno a los CDS de la deuda española, porque alguien interprete  la medida como caso activable a efectos de estos seguros de impago.


Como resulta que la tercera inyección de liquidez se realizará a un tipo de interés mayor, como además parece probable que más de lo mismo tampoco resuelva los problemas del sistema financiero y si, como se ha señalado, el efecto sobre la deuda soberana del Estado español es negativo, cabe preguntarse por qué se hace así. La respuesta hay que buscarla en la confianza.  A través de la fórmula  escogida el Estado español se constituye en avalista y garante del sistema financiero español pues la troica se lo presta a él para que a través del FROB lo distribuya al sistema financiero español.  La desconfianza en el FROB no  se reduce a que este acrónimo en inglés suene tan mal como en español, sino al entredicho en el que está sumida la recuperación de la economía española, que es lo que subyace detrás de todo este entuerto.


La economía nacional, como la global, comprende una parte de economía real y otra parte de economía ficticia netamente financiera. La economía en general, pero particularmente la economía ficticia dependen totalmente de la confianza y durante el periodo 2000-2007 gozaron de ella lo que permitió a los bancos españoles atraer capital inversor del exterior con el que se financió el crecimiento de una cada vez más desequilibrada economía real –el crecimiento se consiguió a costa de un gran endeudamiento sin un crecimiento real de la productividad–. 


Cabe esperar que la confianza de los inversores crezca si el gobierno de turno anuncia un paquete de ayudas para su sistema financiero cuya solvencia los organismos internacionales avalan pues de otro modo no invertirían en él.  La confianza juega un papel tan importante que, como se ha puesto de manifiesto tantas veces en el curso de la historia del liberalismo globalizador, cuando los inversores comienzan a invertir las cotizaciones suben impulsadas por ellos mismos.  Por eso una modesta recuperación de las perspectivas económicas a corto plazo sería capaz de crear la impresión de que el rescate funciona, lo que reforzaría la confianza de los inversores en la acción de gobierno asegurando el buen desarrollo de los acontecimientos.  Por eso en su comparecencia del domingo pasado el señor Rajoy se mostraba con sobrada confianza y alardeo triunfalista convencido de haber logrado la afinidad de creencias entre políticos y mercados. Sin embargo, tal empaque carecía de fundamento pues durante la jornada del lunes los mismos mercados a los que él entrega tanta ofrenda evidenciaron que no se entera, que no ve venir las tortas que le propinan así que éstas le golpean de frente una tras  otra, y con él al país entero.


El neoliberalismo es la aplicación de un racionalismo puro en el que las inversiones buscan la rentabilidad a corto o medio plazo, así que cabe esperar que con el dinero del FROB los bancos españoles, además de comprar deuda del Estado español, hagan lo que se supone que deben hacer: asignar fondos a la economía real, pero como es lógico, haciéndolo únicamente en los sectores que garanticen el retorno del principal y los intereses, es decir, el capital financiero irá a parar fundamentalmente al sector exportador de la economía, de modo que las empresas financieramente especulativas continuarán naufragando fuera del alcance del salvavidas del crédito.  De esta manera se logrará neutralizar parte del déficit exterior disminuyendo las necesidades de financiación externa, pero el desempleo continuará creciendo hasta alcanzar los 6 millones de parados a finales de año abundando en la reducción de la demanda interna, lo que  deprimirá aún más la economía real diluyendo el efecto del aumento de las exportaciones.     


Más nos vale a los españoles que el señor Rajoy entienda que el problema capital de España no es el déficit público ni el sistema financiero sino el paro y a su disminución debe dedicar todos los esfuerzos pues las personas han quedado reducidas a dos grupos: Los que han perdido su trabajo y los que están a punto de perderlo. Si crecimiento y empleo son dos caras de la misma moneda, lo contrario también es cierto, salvo que el señor Rajoy esté pensando en lograr encajar crecimiento y austeridad  consiguiendo que emigren los millones de parados.    

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